martes, 16 de diciembre de 2008

El Ministerio de Derechos de Autor, antes Cultura, y la lucha contra la piratería.

El Ministerio de Derechos de Autor, antes Cultura, tiene a bien incluir en los dvd originales un microespacio publicitario en el que se recuerda a los sufridos espectadores que la piratería es delito con ejemplos como: si no robarías un bolso, ¿porqué sí una película? Estas campañas, además de constituir, por así decirlo, un ejemplo de polución audiovisual (uno compra una película para ver esa película, no publicidad de ningún tipo), olvidan:
a) El dvd es original, por tanto no ha lugar a obligar al propietario del mismo a soportar una y otra vez un machacón, agresivo y escasamente agradable anuncio que nada tiene que ver con él, toda vez que ha pagado por el soporte un importe desorbitado con un margen de beneficio a todas luces superior al admisible.
b) Robar un bolso es un delito, pero no es equiparable a comprar un dvd pirata, en todo caso lo sería comprar uno falso, pero no se conoce que las personas que llevan un bolso falso sufran la misma presión mediática que los que se descargan contenidos culturales, ni que los agentes de policía paren a las señoras por las calles para comprobar la autenticidad de sus accesorios, ni existan entidades privadas que contraten detectives para denunciarlas, ni menos aun que se pague un canon por cada aguja, hilo, trozo de tela o piel, hebilla o cremallera que se venda para compensar las pérdidas que las falsificaciones provocan a la industria.
Las pérdidas que la piratería provoca a la industria son en sí mismas un concepto discutible, es decir, se parte de la base de que cada copia falsa vendida equivale a un original que se deja de vender, cuando eso es del todo absurdo, las ventas de copias falsas tienen que ver con el precio de venta más que con el contenido, y está por verse que las pérdidas efectivas no se compensen con el canon o incluso salgan ganando, por no hablar de los beneficios derivados de la difusión masiva y gratuita que consiguen los autores. Se ha visto quebrar a grandes inmobiliarias, a grandes discográficas no. Esto me hace pensar en un empresario que tiene máquinas expendedoras de refrescos o de chucherías en el metro y como un día las máquinas no funcionan por razones ajenas a su voluntad, decide demandar al responsable de la situación a razón de una venta por pasajero que ese día ha tenido el suburbano, porque a fin de cuentas todos ellos eran los clientes potenciales. Que apenas un 0,5% (dicho a ojo, desconozco la cifra real) de ellos compre cuando puede hacerlo no importa, eso son detalles que no deben oscurecer tan brillante reivindicación.
No se me debe entender mal, la piratería es delito, eso lo tengo claro, lo que realmente habría que establecer qué es piratería y qué no, cuales son las compensaciones derivadas del canon y hasta donde llega el derecho a la copia privada. En esta tarea, los poderes públicos, que pueden ponerse del lado de la industria, de los artistas o de los ciudadanos, según consideren conveniente, han optado por la industria en primer lugar y por los ciudadanos en último. Ellos verán.

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