jueves, 2 de junio de 2011

Los impermeables

En la inolvidable novela de Ana María Matute Olvidado rey Gudú, la madre del protagonista conseguía proteger el corazón del entonces pequeño protagonista con una mágica barrera infranqueable que se suponía le mantendría a salvo del sufrimiento y evitaría que, como a ella, le rompieran el corazón. El resultado, lógicamente, fue bien distinto, ya que le convirtió más bien en un ser completamente insensible y dañíno para todos aquellos que le amaron. Al leer el resúmen de la entrevista que ha concedido el presidente Rodríguez Zapatero a RNE, especialmente ese inenarrable titular: "Si volviera atrás haría lo mismo al 100%", no he podido evitar acordarme de Gudú y preguntarme quién y porqué le contruyó una barrera mágica similar al presidente, sólo que en su caso en el cerebro, de forma que se volvió absolutamente impermeable no ya al razonamiento en particular, sino a la realidad en general. Habría que ser un observador ciertamente agudo para establecer los puentes que vinculan las declaraciones y los actos del presidente con la realidad de nuestro país, tanto como para ser capaz de ver la nada, y esa es una tarea para la que desde luego no me siento ni con fuerza ni con ganas.
Pero no se trata del único caso de impermeabilidad a la realidad, son otros casos muy notables los del presidente de la Academia de la Historia y el redactor de la entrada sobre el dictador (sí, dictador y sí, totalitario) Francisco Franco. Acusan a quienes discrepan de su labor de no aceptar el trabajo académico a causa de un sesgo político, cuando lo que se les critica es que han realizado su trabajo condicionados por un evidente sesgo político, lo que lo descalifica como trabajo académico. Y la prueba está en que entre quienes critícan la redacción de la biografía del dictador, y otras entradas, se encuentra gente de tan diferente condición ideológica como Vargas Llosa, Savater o Muñoz Molina, por poner unos ejemplos. El diccionario en su conjunto probablemente sea una obra magna y digna de elogio, pero las entradas que han despertado la polémica son censurables por subjetivas, sesgadas y ajenas a la verdad. Y no es esta una discusión formal sobre el uso de tal o cual adjetivo más o menos ajustado a la verdad, que también, sino de la tergiversación de la verdad mediante, muy especialmente, la ocultación de los muertos, porque es imposible una reseña biográfica de un dictador como Franco en la que no aparezcan los muertos ya que si sólo se dijese de él una frase, sin duda debería hacer referencia a ellos, como se hace con los muchos otros casos de deleznables personajes como Hitler, Stalin, Mussolini, Pinochet, Husein, Amin, Obiang, Sese Seko, Somoza o Pol Pot que engrosan la nómina ignominiosa de los tiranos que lamentablemente han teñido de sangre la historia de la humanidad.

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