lunes, 20 de junio de 2011

Así sí

Así sí, las manifestaciones de este fin de semana han sido todo un ejemplo de civismo cuya importancia reside principalmente en que (al contrario que el 15J) amplifican y no camuflan las reivindicaciones que motivan la propia manifestación. Hay que felicitar a la organización y a los participantes, no obstante sigo pensando que hay que pensar en otras formas de articulación del descontento, en un trabajo en positivo de estructuración de las propuestas, centrarse también en el cómo, y no sólo en el qué, porque de lo contrario el movimiento en lugar de en motor de transformación corre el riesgo de transformarse en simple válvula de escape de la indignación y el descontento. La manifestación pública está muy bien, pero es un medio, no un objetivo en si misma, y no conviene que haya nadie que piense que con manifestarse ya ha hecho lo que debía y se olvide hasta la próxima manifestación, donde vuleva a descargar la adrenalina acumulada y sentirse un buen ciudadano por haberse revelado contra la injusticia del sistema. Lo importante, ya digo, es hacer el trabajo duro de articulación de propuestas de alternativa, presentarlas a debate a la sociedad y generar un estado de opinión favorable que de alguna manera logre, directa o indirectamente, que esas propuestas se encaucen en las vías en las que las soluciones fluyen en una democracia, la parlamentaria. Las cosas se consiguen cuando se trasladan a las leyes, no a las calles, el éxito de estas manifestaciones no da sino la medida de la responsabilidad que recae ahora en sus organizadores, y el trabajo que queda por delante es el que de verdad es duro y difícil y para él deberían, en mi humilde opinión, mirar más allá de los límites de su propio movimiento y colaborar con organizaciones políticas, sociales, sindicales y, en fin, con todo aquel que tenga algo que decir y quiera arrimar el hombro  a este respecto de la mejora de la calidad de la democracia.

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