lunes, 8 de noviembre de 2010

Agresivo, ¿quién?

Ni las personas más inteligentes, y el Papa es probable que forme parte de ellas, está libre de decir una sandez ocasionalmente. El error de confundir laicismo con anticlericalismo no es nuevo, pero resulta impropio de alguien del presitigio intelectual del Jefe del Estado Vaticano caer en él porque el laicismo, al menos el que me consta que se vive en España (sin que sea perfecto ni esté libre, como cualquier otro movimiento, de minorías extremistas) no sólo no está reñido con la religión sino que son perfectamente compatibles. De hecho son numerosos los laicistas que son a la vez religiosos e incluso teólogos o sacerdotes. Porque lo único que el laicismo pide, y parece razonable, es que aquello que afecte a la moral individual de los ciudadanos se quede ahí, en su esfera privada y que todos y cada uno de los ciudadanos puedan vivir sus convicciones en la mayor libertad posible. No hay agresividad en eso, al contrario, si hay algo que caracteriza claramente al laicismo en relación a la religión es el respeto. Dudo que exista un sólo ciudadano en nuestro país al que se le coarte a la hora de vivir conforme a las normas que su moral católica le dicte, sin embargo lo que ni el Papa ni nadie puede pretender es que se obligue a vivir conforme a esas mismas normas a quienes no las comparten. El marco de convivencia, el conjunto de normas exigibles a la ciudadanía que garantizan la convivencia en libertad y que, estas sí por cierto, no se pueden considerar injerencia arbitraria en su esfera privada, no cabe buscarlo en ningún libro sagrado (y digo ninguno) sino en la constitución y el conjunto de leyes  y normas que de ella emanan.
Sobre la aporética comparación con la situación actual y la de los años treinta es preferible guardar un prudente silencio para no dignificarla con un respeto intelectual que no merece.
Por otro lado es posible que la breve diatriba del Papa no se refiera a la sociedad civil tanto como al gobierno, lo cual puede resultar entretenido como ficción pero roza el absurdo si se compara con la realidad, porque este gobierno ha favorecido a la Iglesia Católica renegociando al alza todos sus acuerdos de financiación, manteniendo el democráticamente inaceptable concordato, perpetuando la anormal situación de la docencia de religión o, sin ir más lejos, gastando cantidades ingentes de dinero público en la visita de su cabeza visible cuando la situación de crisis económica es acuciante, y todo ello en un grado tal que su actuación no sólo rebate que el gobierno pueda practicar un laicismo radical, sino que queda claro que no es en absoluto laicista y que, como gobierno, no sólo no ha avanzado en el mandato constitucional de aconfesionalidad del Estado sino que ha abundado en la consagración de la discriminación positiva de la que la Iglesia Católica disfruta en este país.

3 comentarios:

Jorge Juan Morante dijo...

Tienes razón laicismo y anticlericalismo son dos cosas distintas, pero quien sabe si ese "error" no está hecho a posta con otros fines.

Un saludo,

Jorge Juan

Andrés Barrero dijo...

El error no está con toda seguridad en una confusión de conceptos sino en la interpretación de la realidad de nuestro país. Sea porque la información que le llega al Papa sobre nosotros recorre un camino viciado de orígen de la mano del ultramontano Rouco Varela, sea porque él realmente lo considera así, lo cierto es que es un error hablar hoy día de anticlericalismo en nuestro país, aunque haya quien realmente se lo crea.
Un saludo,

Andrés

Jorge Juan Morante dijo...

Pues si es un grave error, pues si y me parece mal que traten de engañar haciéndoles creer que laicismo y anticlericalismo son lo mismo y que aquí somos anticlericales, pero esta visto que la libertad religiosa es contraria a sus intereses pues quieren que creamos que es lo mismo que el anticlericalismo.

Un saludo,


Jorge Juan