martes, 5 de julio de 2011

Auge y caída de Teddy Bautista

Como el acceso de soberbia bipartidista del Presidente del Congreso, que es un tema recurrente y que me gusta comentar, ya ha quedado suficientemente contestado, quisiera centrar mi comentario de hoy en un asunto bien distinto, lo que se ha dado en llamar crisis de la SGAE (supongo que esto de llamar crisis a un robo es cuestión de precaución y de respeto a la presunción de inocencia, algo que siempre he acatado escrupulosamente, así que dejémoslo en crisis, aceptamos pulpo. Y es una lástima porque hay palabras en castellano bien bonitas para describir la situación con precisión, como latrocinio, por ejemplo, pero dejémoslo estar). Entiendo las muestras de alegría ante la previsible caída del denostado personaje que dirige la agencia de gestión de derechos de autor, pero no obstante no creo que sea en absoluto una buena noticia, como nunca lo es la evidencia de la corrupción. Corríjanme si me equivoco, pero esto no era un tema personal. La oposición al ansia recaudatoria de la SGAE y a la política que le daba soporte ni era una cuestión de animadversión a Teddy Bautista ni mucho menos a los artistas, cuya remuneración justa siempre se ha defendido (siempre que fuera eso, justa, no a costa de un canon indiscriminado) y la salida a la luz de este escándalo, mucho me temo que sea manifiestamente perjudicial para esa batalla ya que previsiblemente se convertira en una tan conveniente como tupida cortina de humo que nos hurtara una vez más el debate serio y constructivo que es necesario para encontrar un sistema justo de remuneración de la actividad creadora. Porque si una cosa pone de manifiesto este escándalo en relación con el sistema, y no con sus gestores, es precisamente su injusticia, porque si se recauda de tal forma que es posible dejar de pagar a los legítimos beneficiarios una cantidad tan significativa como parece ser que es la que se ha desviado sin que éstos se den cuenta, es decir, estando los perceptores de remuneración aparentemente satisfechos con lo que perciben, es que algo falla y lo hace clamorosamente.
Lo peor de la gestión del señor Bautista, además de sus supuestos delitos, claro está, es la confrontación irreal y estéril que se ha creado entre parte de la sociedad y sus creadores, cuando en una sociedad civilizada la existencia de estos y su justa remuneración por su trabajo, del que todos disfrutamos porque revierte claramente en la sociedad, no sólo no es motivo de polémica sino que lo es de orgullo. Si este proceso sirve de catársis para recuperar no ya la imagen sino el prestigio de la creación y de los creadores en la sociedad, si sirve para avanzar en la implantación de un sistema justo y no indiscriminado de financiación de su trabajo que no perjudique a terceros, si en definitiva sirve para que triunfen la lógica y la razón, bienvenido sea entonces, pero que la corrupción invada también este mundo no es buena noticia ni debe ser motivo más de brindis que el de comprobar que mal que bien, la justicia tarde o temprano funciona las más de las veces.

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