viernes, 5 de febrero de 2010

El Gobierno en resonancia

Cuenta Andrés Barba en el epílogo ("vindicación del dibujo") del maravilloso y terrible "Libro de las caídas", escrito por él y dibujado por Pablo Ángulo, cómo su hermano Juan le relató el suceso de un puente en Estados Unidos que, del mismo modo que una cuerda de un instrumento musical comienza a vibrar si suena junto a ella el sonido en que está afinada, comenzó a vibrar al paso de un batallón del ejército, entró en resonancia y se desintegró. Cuando leí esta historia, además de la sorpresa lógica que estos comportamientos de las estructuras nos producen a quienes no somos ingenieros, no pude evitar establecer una analogía entre el infausto puente y la semana que ha vivido el Gobierno de España,  cuyos bandazos le sitúan desgraciadamente más cerca de la resonancia que de la sencilla vibración, y si algo me intriga es cual ha sido el desencadenante del proceso, qué hecho, dato o declaración estaban afinados en el tono preciso para que el señor presidente traicione la postura que ha mantenido durante toda la crisis, asuste a los pensionistas, maltrate la maltrecha confianza de los ciudadanos en sus instituciones, olvide su testimonial laicismo y justifique el inadmisible desplante de Obama a todos los Europeos no acudiendo a la que debiera ser la cita protocolariamente más importante de su agenda. ¿Habrán sido los rumores de la rebaja de nuestro rating por las agencias de calificación?, ¿los datos del paro?, ¿el agotamiento personal y/o de proyecto? Lo desconozco, pero mucho y muy para bien tienen que cambiar las cosas para que no nos quedemos sin puente, y lo verdaderamente trágico es que lo único que parece peor que el titubeante presente es la anunciada alternativa porque, atendiendo al CIS, nuestra capacidad de valorar negativamente la acción política no se agota en el merecido suspenso del Gobierno, sino que tenemos aun en peor consideración la labor de la oposición, también muy merecidamente. Si el PSOE merece perder las próximas elecciones, al menos Zapatero se ha hecho sin duda acreedor a esa derrota, desde luego el PP no merece ganarlas.

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