miércoles, 18 de febrero de 2009

Gallardón y Las Vistillas

Con la que está cayendo se me hace raro no hablar de huelgas de jueces, cacerías, corrupciones o espionajes, pero es que algo me dice que si no fuese por la que está cayendo el Ayuntamiento de Madrid no se habría atrevido a dar la definitiva luz verde al atentado urbanístico que se pretende perpetrar en Las Vistillas. Pensarán, y con razón, que los medios están ahora pendientes de otros temas y que este es un buen momento para culminar este ignominioso proyecto que lleva más de diez años amenazando con convertirse en realidad pese a la oposición de vecinos, instituciones, buen gusto y sentido común.
El señor Gallardón es muy libre de no sentir el mayor respeto por las señas de identidad de la ciudad cuyo destino tan gélidamente gestiona, en su visión de futuro de la villa la emblemática vista de las vistillas es fácilmente sacrificable en pos de la modernidad que tanto adora el señor alcalde, para quien todo parece ser mejorable si se le añade un ladrillo aquí y una fachada de vidrio allá, pero dudo que sea así en el sentir de los madrileños, quienes viven su ciudad de una forma muy diferente a como la sueña su alcalde.
Que este atentado paisajístico vaya a ser protagonizado por la Iglesia, sinceramente me parece lo de menos, cualquiera a quien se le permitiera semejante desvarío merecería igual calificación (aunque es probable que a nadie más se le concediera el permiso, pero eso es otra historia), pero no debemos desviar la atención de los verdaderos responsables, que no pueden ser sino el equipo de gobierno municipal que lo permite y muy especialmente el alcalde que debería hacerse merecedor con ello de la más absoluta reprobación por parte de sus conciudadanos.

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