martes, 8 de julio de 2008

Laicismo de todo a cien

Tan antinatural me parece la obcecación del gobierno en negar la existencia de una situación de crisis (o al menos de calificarla como tal) como la de la oposición de pretender que no debería existir nada más. Ambas son irresponsables, pero no podemos olvidar que es el gobierno quien tiene responsabilidades de gestión sobre los asuntos píblicos y por tanto se juega nuestro futuro, el de todos, mientras que la oposición únicamente se juega el suyo propio.
Los temas que han protagonizado el congreso del PSOE son importantes y preocupan a parte de la población, lo sé porque soy uno de los interesados en ellos, pero teniendo en cuenta que a lo largo de los primeros cuatro años de su acción de gobierno no sólo han sido ignorados sino que se ha avanzado exactamente en el sentido contrario al que ahora se anuncia gracias a los nuevos acuerdos de financiación de la iglesia, parece que más que una verdadera preocupación por el laicismo, el aborto o la eutanasia, se están utilizando estos temas tan sensibles únicamente como cortina de humo, y eso resulta doblemente doloroso porque a la vez que ocultan cuestiones de indudable importancia, se banalizan otros probablemente de menos urgencia, pero cuestiones de principios al fin y al cabo. Y los principios se pueden compartir o no sin mayor problema, pero no se puede jugar con ellos.
La mayor prueba de la falsedad de las convicciones laicistas del gobierno es la absurda argumentación del Presidente (se nos vende como su decisión personal) en contra de los funerales de estado laicos, las familias prefieren la solemnidad de los actos religiosos, razonamiento imbricado en la más rancia tradición antilaicista porque en primer lugar el estado debe ser capaz de organizar lo que considere oportuno exactamente con la solemnidad necesaria, de no ser así alguien debería plantearse que no cumple con su tarea, y por otro la existencia de ritos institucionales no es excluyente ni incompatible con la voluntad de los ciudadanos ni de sus familias, no se trata de proscribir las ceremonias religiosas, sino que éstas se circunscriban al ámbito privado, que es el que les es propio. Todas las familias que lo deseen en este país organizan el funeral religioso a sus fallecidos de la manera que estiman oportuna, y el estado no tiene ningún derecho a interferir en ellos, de la misma manera que en justa correspondencia el estado debe organizar los funerales de estado de la manera que le es propia, y el estado no es una confesión religiosa. ¿Porque no puede organizarse el funeral de estado de una forma respetuosa con el papel que al ejecutivo asigna la Constitución e independientemente cuantas ceremonias religiosas se consideren oportunas por parte de las familias?, ¿que retorcida concepción del laicismo tiene quien considera que la neutralidad del estado es excluyente o agrede de algún modo a las convicciones de sus ciudadanos? Aceptar que se trata de una elección es ponerse del lado de quienes utilizan ese torticero argumento para perpetuar los derechos adquiridos por una situación manifiestamente irregular e injusta, y eso es lo que ha hecho nuestro Presidente del Gobierno.

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