lunes, 14 de diciembre de 2009

El beneficio de la duda

En Madrid caen cuatro copos de nieve, desde mi ventana al menos es necesario fijarse mucho para ver alguno y sin embargo los medios de comunicación hablan de la activación del nivel cero de inclemencias meteorológicas, se ven quitanieves por los arcenes y rótulos luminosos que advierten de la presencia de máquinas esparciendo sal por la calzada. No critico la previsión, realmente esto es mejor que lo que ocurrió el año pasado, que es donde probablemente esté el origen de este comportamiento tal vez algo excesivo de las autoridades, pero el despliegue me suscita una reflexión: hasta hace poco estos alardes operativos eran para los españoles algo que veíamos con cierto escepticismo únicamente en las películas de acción de Hollywood, calles enteras cortadas por un incidente, persecuciones con helicópteros, en fin, esas cosas. Ahora, sin embargo, parece que hemos adoptado en muchos campos, la alerta meteorológica incluida, protocolos que hasta hace nada hubiésemos creído escritos por guionistas considerablemente más fantasiosos que verosímiles, y está bien, probablemente sea lo propio o incluso lo exigible a nuestro nivel de desarrollo, lo único cuestionable es que en este estado de cosas en que para cualquier incidente menor se aplican protocolos preestablecidos, se convocan comités de crisis y ruedas de prensa, se nos trate de convencer de que la decisión que ha originado una de las mayores crisis diplomáticas a las que se ha enfrentado este gobierno haya sido tomada por un guardia de frontera en su garita del aeropuerto, máxime cuando la autorización, como ha contado la propia Aminetou, llegó vía telefónica al piloto del avión antes de salir de Marruecos. Difícil de creer especialmente si tenemos en cuenta que el funcionario de guardia en el momento del frustrado despegue del avión medicalizado que había de trasladar a Aminetou Haidar a su casa se negó a permitir la entrada desde la zona internacional enfrentándose incluso a la Delegada del Gobierno por ilegalidad que suponía franquearle el paso a una persona indocumentada aun en esa segunda oportunidad y hubo de ser relevado del servicio por su superior jerárquico para que pudiera retornarse a la situación anterior al vuelo de farol. El beneficio de la duda es algo fantástico, especialmente para quien no tiene mucho más donde agarrarse, pero, sinceramente, tampoco llega a tanto.

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