jueves, 4 de junio de 2009

Los brotes... psicóticos

Es preciso, para quienes hablan habitualmente en público, ser capaz de controlar férreamente al subconsciente, porque de lo contrario, cuando dice uno algo que no es realmente lo que piensa, corre el riesgo de que éste, de natural juguetón, modele las palabras a su antojo y les de una apariencia grotesca muy alejada de la intención inicial del orador. Debe ser el caso de Leire Pajín, quien junto con su pico de endorfinas quiso comunicarle al mundo la buena nueva de que Zapatero es el nuevo mesías y de su mano todos nuestros problemas desaparecerán en cuanto sus obligaciones como ministro de deportes le dejen un poco de tiempo libre para arreglar el mundo, pero, para no parecer la portavoz de una secta, trató de darle una pátina de modestia compartiendo el mérito con otros personajes en virtud de su difusa adscripción ideológica y en lugar de decir que Zapatero junto con Obama, su becario aventajado (a quien se le permite compartir el mérito únicamente por la magnificiencia del maestro, no porque su papel sea, en cualquier caso, relevante), iban a iluminar el camino que llevaría a la humanidad a un futuro feliz, pleno de igualdad y armonía, y dijo eso del acontecimineto histórico para el planeta que llenaba de esperanza a la humanidad, o así. Como ridículo lo habría sido igual lo uno que lo otro, pero lo primero, lo que realmente parece pensar, lo de la secta, vamos, al menos habría sonado sincero y, a falta de otras virtudes esperables, la sinceridad mantiene ese cierto encanto discreto que siempre es bien recibido entre la ciudadanía, y más si viene de un político.
Hay que disculpar a Leire Pajín, en su obsesiva búsqueda de brotes acabó encontrando uno, aunque levemente psicótico, eso sí, inconvenientes de la inconsistencia intelectual, y la euforia consecuente al deseado hallazgo debió hacer que no fuera plenamente consciente de lo que decía. Porque la comparación de sus palabras con la realidad ofrece un contraste digamos que rotundo, no sólo porque como izquierdista Obama no pase de ser la Coca-Cola Light del progresismo, sino porque como profeta, Zapatero recuerda mucho más a Warren Sánchez que a ese nuevo mesías que algunos, incomprensiblemente, tratan de vendernos. Y no es que con ello esté descalificando a ninguno de los dos insignes líderes, todo lo contrario, no soy desde luego la persona cuya opinión de ambos sea la peor que he oído, pero lo que no estoy dispuesto a aceptar y me sorprende que a estas alturas todavía haya quien intente venderlo, es este patético y artificial culto a la personalidad que, contrariamente a los deseos de los vendedores, consigue transformar la imagen del personaje público al que se trata de promocionar en la de un vendedor de coches de telecomedia made in usa.

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