jueves, 8 de octubre de 2009

Inmunidad en ojo ajeno, indignidad en el propio

Ayer saltó la noticia del rechazo del Tribunal Constitucional italiano a la ley que otorgaba inmunidad a Berlusconi (y a los demás altos representantes italianos), de lo cual todos nos alegramos porque en nuestra condición de demócratas de toda la vida no nos resulta aceptable que haya ciudadanos diferentes ante la ley y remueve nuestras pulcras conciencias el hecho de que alguien pueda gozar de inmunidad, en el caso de Berlusconi bien podría hablarse de impunidad, y por tanto mostramos nuestra alegría por el buen funcionamiento de las instituciones democráticas italianas, que no deja de ser una gran noticia. Entonces, pasada la euforia, llega el momento de mirar nuevamente hacia casa y releer, por ejemplo, el artículo 56.3 de la constitución del 78, ése que dice que "la persona del rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad", o el 64, que dice que "1. Los actos del Rey serán refrendados por el Presidente del Gobierno y, en su caso, por los Ministros competentes... 2. De los actos del Rey serán responsables las personas que los refrenden". Es llamativa la capacidad de adaptación de los principios de muchas personas, característica que permite asumir como natural en nuestro país lo que es inaceptable en otros, de los que además se habla con irritante condescendencia, porque la igualdad de los ciudadanos ante la ley no es algo de lo que alegrarse porque permita que Berlusconi sea juzgado o no, sino un principio irrenunciable para todo demócrata y el hecho de que Berlusconi sea más o menos honrado o más o menos simpático o decente que nuestro Jefe del Estado, no implica que lo que no vale para uno deba valer para el otro. Y digo más, la inmunidad de los jefes de Estado y Gobierno y presidentes de las cámaras italianas venía dada por una ley ad hoc presentada por el propio Berlusconi, pero la de nuestro Jefe de Estado la consagra nuestra Constitución, lo cual, a simple vista no indica otra cosa que lo profunda que es la herida de nuestro sistema democrático.

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