lunes, 4 de agosto de 2008

Solzhenitsin o la muerte de un inmortal

Estamos tan acostumbrados al uso y al abuso de términos como "referente moral" que cuando nos encontramos ante uno corremos el riesgo de no darnos cuenta de que verdaderamente lo es. Si pienso en uno, inevitablemente me viene a la cabeza el nombre de Alexander Solzhenitsin, quien tristemente ha protagonizado con su fallecimiento la página más triste del verano. Ha desaparecido una persona que consagró su vida y su enorme, inconmensurable talento a hacer del mundo, del suyo particular pero del de todos en general, un lugar mejor donde vivir, y además tuvo el extraño privilegio de conseguirlo, o al menos aportar su granito de arena, proclamando su sed de justicia, que nunca de odio y haciéndolo además exclusivamente a través de la palabra.
Cuando anuncié el parón vacacional de este blog, pensé mantenerlo a rajatabla y no romper el silencio a no ser que ocurriera algo realmente importante, y no se me ocurrió en aquel momento un ejemplo que me moviese a hacerlo. La muerte de
Solzhenitsin sin duda lo es y no podía dejar pasar la oportunidad de rendirle un sentido, por modesto que sea, homenaje. Porque leyéndole un día todos fuimos Ivan Denisovich, ojalá para el futuro todos seamos Solzhenitsin, sería la mejor señal de que la conciencia dormida del mundo habría comenzado por fin a despertar de su largo y trágico sueño.

1 comentario:

fernando landecho dijo...

Gracias Andrés por interrumpir tus vacaciones por esta razón. La memortia de Solzhenitsin lo merece.

Saludos

Fernando Landecho