Supongamos un responsable político que decide ordenar el derribo de un inmueble a sabiendas de que en el interior y posteriormente responsabiliza de las víctimas a los operarios de la empresa de demolición. No parece tolerable. Los antidisturbios, como su propio nombre indica, sirven para hacer frente a disturbios y en consecuencia sus protocolos de actuación son necesariamente contundentes. Hay por tanto que tener claro si su actuación era necesaria o no, porque de no serlo es evidente que la responsabilidad por las consecuencias no es de la policía sino de quien les ordenó actuar y en el caso de serlo, poco hay que decir. Lo cual no quita para que las extralimitaciones puntuales puedan y deban ser investigadas, pero independientemente de ello, pocos espectáculos hay más tristes que los de un responsable político culpando a sus subordinados por sus propios errores.
Pero haberlos haylos, sólo hace falta asomarse al periódico cada día.
Pero haberlos haylos, sólo hace falta asomarse al periódico cada día.
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