martes, 15 de julio de 2008

El inexorable desinflado de Martinsa-Burbujsa

No pretendo restar importancia a la suspensión de pagos de Martinsa-Fadesa, sin duda es una mala noticia que, en tanto que síntoma, debe generar no poca preocupación, pero no estoy dispuesto a asumir el comunicado de su consejo de administración en el sentido de que es una consecuencia ineludible de la actual situación financiera. De la crisis, vamos. Esa es una excusa que puede resultar creíble para empresas muy pequeñas que no tienen recursos para hacer frente al parón del mercado, pero, como dijo un representante de la patronal en una entrevista radiofónica de hace unas semanas, generalmente en situaciones de bonanza proliferan empresas pequeñas y en las de crisis las grandes resultan fortalecidas a la postre porque recuperan cuotas de mercado gracias a la desaparición de las menos fuertes. Sin embargo Martinsa-Fadesa es grande, la más grande a tenor de lo publicado en diversos medios, y entra en suspensión de pagos, así que la excusa de la crisis no es suficiente. Tal vez su crecimiento haya sido demasiado rápido, irresponsable incluso, tal vez esta empresa sea el perfecto paradigma de lo que fue el mercado gracias al cual se enriqueció y fuera una burbuja en sí misma, no lo sé, pero lo que tengo claro es que si una cosa así le ocurre a una empresa de este tamaño la responsabilidad hay que buscarla en sus gestores, quienes no han sabido ni prever, ni prevenir, ni afrontar la actual situación. Igual que estos empresarios mediáticos, tristes remedos a la inversa de Reginald Perrin pero sin la menor gracia, reclamaron para si y su supuestamente brillante gestión el mérito de los beneficios desorbitados que obtuvieron, deben ahora ser consecuentes y asumir la responsabilidad por su fracaso. La crisis es perjudicial, que duda cabe, pero más lo es no saber afrontarla y si parece natural utilizar ese discurso y responsabilizar al gobierno por su ausencia de medidas y su desapego hacia la realidad, ese tan criticado cerrar los ojos o mirar para otro lado, con más razón habrá que aplicárselo a quien tiene responsabilidades concretas en casos concretos: Sr. Fernando Martín, la crisis es un factor desencadenante indudable, pero la culpa es suya y estaría bien que así lo asumiese públicamente.

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